La Bretaña francesa: de Nantes a Quimper

La Bretaña es, sin duda, mi región favorita de nuestro país vecino. Cierto es que con frecuencia se visitan lugares famosos y muy turísticos sin abordar otras rutas encantadoras y menos conocidas. La costa Oeste de Bretaña transcurre por preciosos pueblos de la Edad Media, impresionantes acantilados y ciudades de cuento. Esta ruta te llevará hacia el corazón celta de Francia. ¡Bienvenidos a la Bretaña francesa: de Nantes a Quimper!

Nantes, antigua capital de la Bretaña
Partiendo desde Nantes, ciudad de los duques y del río Loira, culturalmente sigue siendo considerada la puerta de entrada a la Bretaña. Encontrarás vuelos económicos desde Barcelona y bien merece la pena pasar un par de días para descubrir esta preciosa ciudad. Te sorprenderá el Castillo de los Duques de Bretaña de finales del XV, símbolo del pasado independiente de la región y un paseo por el Passage Pommeraye y las terrazas del barrio de Bouffay, ideales para probar sidra bretona y sus deliciosas galettes.

No olvides que Nantes es la ciudad natal de Julio Verne y aquí encontrarás las Machines de l’Îlle, una fusión de arte, ingenieria y fantasía inspirada en las novelas del creativo escritor. El Grand Éléphant que sale de paseo ante la sorpresa de niños y adultos, es una de las actividades que no puedes perderte en Nantes.

Vannes y el Golfo de Morbihan
Sigue la ruta hacia el oeste y a unas dos horas de carretera el paisaje se abre al Golfo de Morbihan, un mar interior salpicado de islas, entre las que podrás navegar contratando una de las múltiples excursiones que ofrece la Oficina de Turismo de Vannes. Puedes tomar un barco hacia Île d’Arz para un paseo tranquilo entre aguas turquesas, si el tiempo acompaña.
La ciudad de Vannes es una preciosidad. Con su casco antiguo amurallado y sus casas de entramado de madera, es perfecta para caminar sin prisa. Descubre rincones fotogénicos en la Place de Henri IV, heladerías con helados artesanales épicos y camina hasta el bonito puerto deportivo al atardecer. Lo dicho: Vannes es un planazo.

Auray y su puerto de Saint-Goustan
Auray enamora con su coqueto puerto de Saint-Goustan, en mi opinión uno de los rincones más deliciosos de toda la Bretaña. Degusta los típicos moules frites (mejillones con patatas fritas) en uno de los restaurantes frente al agua y deja pasar el tiempo para grabar ese momento en la retina.

Muy cerca se encuentra el santuario de Sainte-Anne-d’Auray, lugar de peregrinación y corazón espiritual de la Bretaña. Para una etapa de ruta redonda, te recomiendo pernoctar en alguna de las casas de entramado de madera de Saint-Goustan para poder disfrutar de un precioso atardecer y amanecer.
Carnac y sus megalitos
Seguimos ruta y dejamos Vannes para realizar un desvío obligado: los megalitos de Carnac, uno de los mayores conjuntos prehistóricos del mundo. Aquí más de 3.000 menhires se alinean desde hace más de 6.000 años. ¡El paraíso de Obelix! La disposición geométrica de los menhires sigue siendo un enigma, así que puedes dejar volar tu imaginación. Existen tres conjuntos principales: Le Ménec, el más famoso formado por más de 1000 menhires; Kermario, los más altos llegan a alcanzar los 7 metros, y Kerlescan, el más pequeño pero también el mejor conservado.

Concarneau: una fortaleza en el Atlántico
Seguimos en la Bretaña Francesa : de Nantes a Quimper y nuestra próxima etapa es Concarneau, a una hora en coche desde Auray. Se trata de una de las ciudades más pintorescas de Bretaña. Su corazón late dentro de la Ville Close, una pequeña ciudad fortificada sobre una isla rocosa unida al continente por un puente de piedra. Dentro de las murallas, las callejuelas empedradas rebosan vida: tiendas de artesanía, productos del mar y souvenirs bretones.

Creperias y cafés con terrazas donde probar una galette complète o una bolée de sidra y los típicos moules et frites (mejillones con patatas fritas) en el restaurante La Porte Au Vin. Muy ricos. Te aconsejo visitar la Ville Close temprano por la mañana o al final del día, cuando las excursiones turísticas se han marchado y la luz se refleja dorada sobre las piedras y el agua. Concarneau ha inspirado a pintores y escritores desde el siglo XIX. Si la visitas en verano, encontrarás exposiciones al aire libre y talleres abiertos.
Destino final: la bella Quimper
Capital del Finistère, Quimper es la ciudad más antigua de Bretaña y conserva un encanto sereno. Sus preciosas calles medievales y la catedral de Saint-Corentin, resumen el alma bretona: devoción, arte y orgullo regional. Quimper es una de las ciudades más bellas y auténticas de la Bretaña francesa. Rodeada de colinas verdes y atravesada por los ríos Odet y Steïr, combina historia medieval, arte celta y un ambiente tranquilo. A la vuelta de una excursión, me tomé una Perrier sentada en una terraza enfrente de la catedral y recuerdo ese momento especial y encantador.

En su centro histórico destacan las casas de entramado de madera del siglo XV, con fachadas inclinadas y coloridas. Puentes adornados con flores, ideales para fotografiar al atardecer. No te pierdas la calle Kéreon, una joya. Y la Place au Beurre (la plaza de la Mantequilla) repleta de creperies. Mi favorita: Crêperie La Krampouzerie. Debo decir que quizás es la mejor galette que he probado en mi vida.
TIP Viajero: acércate hasta el pueblo de Locronan a unos escasos 20 minutos en coche desde Quimper. Está incluido en la lista de “Pueblos más bellos de Francia”. Una joya.

La Bretaña francesa: de Nantes a Quimper, revela su magia en cada paso de la ruta. Pueblos de piedra, costas salvajes y una identidad que late entre el mar y la memoria. Es un viaje que deja sal en la piel y leyendas en el corazón. Mi querida Bretaña…
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Author: Beaviajera
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