Paisajes de Barcelona: Vic, Manresa e Igualada

Si sois seguidores de la marca Barcelona és molt més seguro que sabréis que, turísticamente hablando, las once comarcas en las que se divide la provincia de Barcelona se agrupan en tres zonas.
Por su proximidad al mar, la primera es Costa Barcelona, con las comarcas del Maresme, el Vallès Oriental, el Vallès Occidental, el Baix Llobregat, el Garraf, l’Alt Penedès y el Barcelonès. La zona Pirineus Barcelona, como su nombre indica, es la que está situada más cerca de los Pirineos y es unicomarcal, formada exclusivamente por el Berguedà. Y en la zona central está Paisatges Barcelona, formada por las comarcas de Osona, el Bages y l’Anoia, cuyas capitales os invitamos a visitar a través de este post. Vic, Manresa e Igualada, respectivamente.
Vic: “Slow city”
Tal y como expresa el eslogan, Vic es una ciudad tranquila. Una ciudad para descubrirla poco a poco…

Capital de la comarca de Osona, está situada geográficamente en el centro de Cataluña, en una zona conocida como la Plana de Vic, equidistante entre los Pirineos y el Montseny. Una ubicación que le otorga un clima algo complicado (inversiones térmicas frecuentes y mucha niebla), de ahí que según la tradición popular se diga que “a la Plana de Vic, nou mesos d’hivern i tres d’infern”, (en la Plana de Vic, nueve meses de invierno y tres de infierno).
Desde un templo romano, a una catedral gótica con campanario románico y detalles de la época de la revolución industrial, Vic está lleno de lugares interesantes a descubrir. El centro histórico se corresponde con la zona de la ciudad que antiguamente estuvo rodeada de murallas, por lo que todavía conserva un trazado de calles estrechas y tortuosas, con edificios de fachadas austeras, pero que guardan una no despreciable riqueza en su interior.
Vic y sus lugares de interés
Un recorrido por Vic se puede iniciar en la plaça Major, conocida popularmente como el Mercadal. Es el lugar más emblemático de la ciudad y donde, desde tiempo inmemorial, se celebra su mercado al aire libre. Una plaza cuadrada, rodeada de edificios y casas señoriales de diferentes épocas y estilos, pero con la característica común de tener una zona porticada en la parte inferior. De todos los edificios, destacar el del Ayuntamiento, cuya parte más antigua data de 1388 y se corresponde con la antigua Llotja del Blat lugar en donde, en época medieval, los mercaderes realizan los intercambios comerciales.
Siguiendo el paseo se llega a la Catedral y al Museo Episcopal. La Catedral, mandada construir por el Abad Oliba en el siglo XI, todavía conserva de aquella época el campanario, que es el más alto que hay en Cataluña de estilo románico, y la cripta.
El Museo Episcopal cuenta con una de las colecciones de pintura y escultura románicas más importantes del mundo, por lo que una visita a su interior es de lo más recomendable.

El tercer tramo del recorrido lleva hasta la zona más alta del núcleo antiguo, en donde está el templo romano (la única construcción que se conserva de la antigua Ausa -topónimo original de Vic-). Como curiosidad, comentar el descubrimiento fortuito de los restos del templo, incorporados en la estructura de una fortaleza medieval posterior, y su restauración gracias a las aportaciones económicas de los propios habitantes de Vic. Es de los tres templos romanos completos que se conservan en la Península Ibérica, junto al de Mérida en Badajoz, y al de Évora en el Alentejo portugués.

De bajada, se llega a la riba del río Meder donde estuvo el barrio de las adoberías. Allí está el Pont de Queralt, desde donde se disfruta de una panorámica de los antiguos edificios en donde se trabajaba la piel, y que está previsto iniciar su restauración para poder incluirlos en la oferta museística del patrimonio industrial de la ciudad.

Y no se puede acabar el paseo por Vic sin buscar la escultura de un joven con capa y sombrero de copa. Es una obra de Joan Seguranyes creada en homenaje a los antiguos seminaristas de Vic, que no solo es un guiño a la tradición universitaria de Vic, sino a la función docente que estos estudiantes ejercieron en beneficio de acabar con el analfabetismo de los pagesos de la zona… Pero eso es otra historia.
¿Cuándo ir a Vic?
Un paseo por Vic es recomendable en cualquier época del año. Pero si se necesita una excusa, se puede ir cualquier día de mercado, durante alguna de sus fiestas populares (como por ejemplo la de Dijous Llarder), durante las dos semanas de mayo que se celebra el Festival de Jazz.
Respecto a su gastronomía, visitar a Vic obliga a no dejar pasar la oportunidad de disfrutar de alguno de sus embutidos y platos elaborados con derivados del cerdo, así como darse un capricho goloso degustando un pedazo de su tradicional pa de pessic.
Para más información: Vic Turisme
Manresa: “Cor de Catalunya”
Manresa es la capital del Bages, y dada su estratégica situación geográfica entre los Pirineos y el Mediterráneo está considerada como la ciudad referencia de la Cataluña central. De ahí que la presenten como el “Cor de Catalunya”.
Su topónimo está basado en el de la Minorisa romana, aunque se cree que realmente procede de uno ibérico anterior, denominado Minoresa.

Según la leyenda, en el siglo XIV, “el gran siglo de Manresa”, una luz proveniente de Montserrat indicó el lugar en donde se tenía que construir una acequia para llevar agua a la ciudad. Esa construcción medieval (que todavía hoy sigue en funcionamiento: la Sèquia) fue un punto de inflexión que motivó el crecimiento de la ciudad. En el siglo XIX, volvería a vivir un nuevo momento de expansión gracias a la industrialización de la ciudad y al enriquecimiento de su burguesía.
Manresa y sus lugares de interés
Llegando a Manresa, desde la antigua carretera de Barcelona, lo primero que se ve son tres elementos arquitectónicos que identifican la imagen de la ciudad: el Pont Vell sobre el Cardener, la Basílica de la Seu y el Santuario de la Cueva de San Ignacio. Tres elementos distintivos, aunque no son los únicos.
La visita a Manresa se puede empezar ascendiendo al Puig Cardener para visitar la Basílica de Santa María. Desde allí, por proximidad, se puede seguir hacia la cueva de San Ignacio y, a continuación, ir conocer el centro del casco antiguo.

La Colegiata Basílica de Santa María -popularmente conocida como la Seu- es el edificio más emblemático de Manresa que, además, muestra todo el esplendor del gótico catalán: decoración austera e impresionantes volúmenes horizontales.
Prima-hermana de la Basílica de la Santa María del Mar barcelonesa, también fue ideada por Berenguer de Montagut. Nave, retablos, baptisterio, cripta y museo conforman la lista de lugares a los que vale la pena dedicarle un tiempo. Y, una vez en el exterior, hay que pararse y dedicarle unos minutos a disfrutar de las excelentes vistas panorámicas, que llegan hasta Montserrat.
El segundo destino del paseo puede ser el Santuario de la Cueva, uno de los lugares relacionados con los once meses que Ignacio de Loyola pasó en Manresa. Una gruta excavada en el roca de manera natural, sobre la que se edificó una iglesia a mediados del siglo XVIII, para recordar el lugar en donde Iñigo (como se le conocía popularmente) se inspiró para escribir sus Ejercicios Espirituales, y que junto al Centro Internacional de Espiritual Ignaciana constituye uno de los conjuntos más destacados de la arquitectura jesuítica y el barroco catalán.
Se puede seguir el paseo hacia el núcleo antiguo de Manresa, donde existen diferentes rutas temáticas para recorrerlo: ruta medieval, ruta gótica, ruta ignaciana… Con el incentivo de que se van entrelazando en diferentes momentos.
La ruta medieval lleva al Centre d’interpretació del carrer del Balç, próximo a la plaça Major, en donde se puede conocer el trazado medieval de la ciudad y viajar a esa época recorriendo el carrer del Balç, una calle típica medieval, estrecha, sinuosa y escalonada, perfectamente conservada.
Cerca de allí, la ruta ignaciana lleva al Pou de la Gallina, en donde se dice que Ignacio de Loyola hizo un milagro, y que se encuentra próximo a la torre del portal de Sobrerroca, una de las puertas de la antigua muralla que daba al camino de Vic.

Se puede incluir una parada en el Museu Comarcal, que ocupa el edificio del primer colegio que los Jesuitas tuvieron en Manresa (segundo de toda Cataluña), donde se expone una excelente colección de retablos religiosos de los siglos XVII y XVIII, procedentes de la propia escuela manresana.
Y, siguiendo con los imprescindibles de una visita a Manresa, imposible no ir a visitar algunas de las mansiones modernistas, construidas a principios del siglo XX, que supusieron un sello de distinción y embellecimiento de la ciudad. La más popular es la Casa Torrents, una casa-palacio neogótica conocida como la Buresa, frente a la cual está el Quiosc de l’Arpa, también de estilo modernista, e inspirado en el que Josep Puig i Cadafalch diseñó para la estación de Badalona.

¿Cuándo ir a Manresa?
Pues como no podía ser de otro modo: durante cualquier época del año. Aunque siempre se puede adaptar tu visita a alguna de las fiestas o los eventos anuales que se celebran en la ciudad, como la Festa de la Llum en invierno, o la Fira Mediterrània en verano.
Por cierto, en el campo de la gastronomía manresana se puede probar el bacallà a la Manresana y el mató amb mel, entre una gran oferta de platos autóctonos.
Para más información: Manresa turisme.
Igualada: “Una ciutat que mira endavant”
Y llegamos a la tercera ciudad de nuestros Paisajes de Barcelona: Igualada, capital de l’Anoia.
El topónimo Igualada proviene de la palabra latina Aqualata, y existe una leyenda que explica la existencia de un antiguo estanque en donde ahora está la ciudad, que desapareció cuando lo secó el diablo.

Dos datos para remarcar la importancia de la ciudad en época medieval. En primer lugar, estar situada en medio del camino que unía Barcelona con Lérida, la convirtió en lugar de parada para los peregrinos que viajaban de Montserrat hacia Lérida, con destino a Santiago de Compostela. Y en segundo lugar, a partir del siglo XIV quedó bajo la tutela de la capital del condado de Barcelona, lo que significó que Igualada recibiese los mismos derechos.
Por el rápido crecimiento de la población, Igualada ha tenido que someterse a diferentes ampliaciones a lo largo de la historia. Primero dentro de las propias murallas, y después fuera del núcleo medieval. Ese segundo crecimiento supuso que el trazado urbano de la ciudad antigua no se modificase, por lo que hoy en día todavía se conservan diferentes pasajes cubiertos similares a los medievales, especialmente en el núcleo que hay alrededor de la plaza mayor.
La dependencia del agua que tenían los talleres de curtidores artesanales obligó a la mayoría de ellos a tener que instalarse en un espacio que estaba entre la ciudad histórica y el río Anoia, lo que dio lugar a la aparición de un nuevo barrio, al que se le dio el nombre de Barri del Rec. Un barrio que actualmente se ha convertido en todo un emblema de la ciudad.
Igualada y sus lugares de interés
La visita a Igualada se puede comenzar en la plaça Major donde está el Ayuntamiento. Se trata de una encantadora plaza porticada, que es el centro neurálgico de la ciudad. De allí se puede seguir callejeando hasta llegar a la Iglesia de Santa María (conocida popularmente como la Iglesia Grande), y que está considerado el conjunto histórico-artístico más importante de la ciudad.
Aunque el edificio primitivo era de estilo románico, a lo largo de su historia se le ha sometido a diferentes remodelaciones y reconstrucciones que le han llevado a presentar tal mezcla de estilos, que se dice es la huella gráfica más evidente de los avatares históricos que ha vivido, tanto el templo como la propia ciudad. Durante la Guerra Civil, el templo se usó como mercado.

Frente a la iglesia de Santa María está el edificio modernista más significativo de Igualada: la Casa Ratés. Destaca especialmente por la torre-tribuna lateral de forma circular y por el pináculo que la corona, que está cubierto de cerámica vidriada de vivos colores. Como ocurrió en Manresa, a finales del siglo XIX y principios del XX, los curtidores y los comerciantes más influyentes de Igualada también encargaron la construcción de una buena cantidad de edificios de estilo modernista, tanto de uso particular como industrial.
Otros dos lugares que también se pueden incluir en el paseo por el centro histórico de Igualada son la plaça Pius XII, donde hay una placa que explica que allí se fundó la antigua Aqualata, y el Asil del Sant Crist, un edificio ecléctico con mezcla de románico, gótico, árabe y elementos modernistas, que está situado al oeste del núcleo antiguo de la ciudad.

Y, evidentemente, en Igualada no se puede dejar de ir a recorrer el Barri del Rec. Entre adobería y adobería, vale la pena una visita al Museu de la Pell -uno de los tres primeros de Europa-, o al Museu de Cal Granotes, donde se puede revivir la historia del curtido de la piel desde la Edad Media hasta la actualidad.
¿Cuándo ir a Igualada?
Evidentemente siempre hay una razón para ir de paseo a conocer un poco más Igualada, pero hay dos motivos ineludibles para incluirla en la agenda de escapadas anual.

Por un lado, se puede ir durante cualquiera de las dos ediciones (verano o invierno) del REC Experimental Stores, el festival de pop-up stores de moda más grande de Europa, donde los edificios de las antiguas adoberías del Barri del Rec vuelven a abrir sus puertas durante cuatro días.

Por el otro, se puede regresar durante el European Balloon Festival en el mes de julio, cuando se celebra una concentración internacional de globos aerostáticos, que ya es referencia a nivel europeo y que, por su espectacularidad, no deja a nadie indiferente.
Y para finalizar, la sugerencia gastronómica es una visita al Somiatruites, un espacio singular de cocina de calidad y buen precio, que con su buen hacer y su personalidad ya se ha convertido en toda una referencia de Igualada.
Para más información: Ajuntament d’Igualada. Informació turística.
Galería fotográfica
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Fuente y fotos: Barcelona en horas de oficina

¡Menudo regalazo de post sobre nuestra querida Barcelona! Leerlo de principio a fin ha movido emociones. Primero encontrarme con estas imágenes tan bonitas de Vic, una de las ciudades cercanas que más visito, conozco y quiero. Sigo y paso a Manresa; y capta mi atención porque sé muy poco de esa población “cor de Catalunya”, como tú dices. Memorizo imágenes de la Seu, de la calle del Balç y de la hermosa casa Torrents. Te despides con Igualada que siempre la consideré ciudad de paso hasta que una amiga me llevó de compras al festival de pop-up stores de moda. Muy buenas todas las recomendaciones viajeras.