São Miguel, la mayor de las islas Azores, en Portugal, es un lugar donde la naturaleza se muestra en toda su fuerza. Cráteres convertidos en lagunas, acantilados con vistas al Atlántico, plantaciones de té únicas en Europa y fumarolas que recuerdan su origen volcánico, hacen de esta isla un destino fascinante para los viajeros amantes de la naturaleza. Si estás pensando en viajar a las islas Azores, estos son los diez lugares imprescindibles que ver en São Miguel.
Lagoa Azul y Lagoa Verde de Sete Cidades
Uno de los paisajes más icónicos de São Miguel son las lagunas de Sete Cidades, dos lagos de agua en el interior de una caldera volcánica. La más grande es la Lagoa Azul, y a su lado se encuentra la más pequeña, la Lagoa Verde, que según la leyenda nacieron de las lágrimas de una princesa y un pastor que vivieron un amor imposible.
El mejor lugar para contemplarlas es la azotea del hotel abandonado Monte Palace, junto al mirador de Vista do Rei. En esta zona hay varios miradores, pero el que no te puedes perder es el miradouro da Boca do Inferno, desde donde se obtiene una de las panorámicas más espectaculares de São Miguel.
Merece la pena descender hasta el pueblo de Sete Cidades, a orillas de la laguna, donde destaca la fotogénica iglesia de São Nicolau. La zona invita a pasear por la ribera de la Lagoa Azul, recorrer los senderos en bicicleta o adentrarse en el agua en canoa o patinete.
Parque Natural de Ribeira dos Caldeirões
El Parque Natural de Ribeira dos Caldeirões, situado en el nordeste de São Miguel, es uno de esos lugares que parecen sacados de un cuento. Aquí el agua es protagonista: cascadas, antiguos molinos de agua restaurados, puentes de piedra y senderos que se adentran en un frondoso bosque de laurisilva.
El recorrido por el parque es sencillo y muy agradable, perfecto para disfrutar en familia. Hay mesas de pícnic, barbacoa y un pequeño bar. Y para los más aventureros, el parque también ofrece la posibilidad de practicar barranquismo.
Lagoa do Fogo
La Lagoa do Fogo es otra de las grandes joyas de São Miguel y uno de los paisajes más salvajes de la isla. Situada en el cráter de un volcán, está rodeada de laderas cubiertas de vegetación y transmite una sensación de aislamiento absoluto. En los meses de verano la carretera se cierra de 9 a 19 h y solo se puede acceder con un autobús turístico de pago.
Lo más habitual es contemplar la Lagoa do Fogo desde alguno de los miradores de la carretera, que ofrecen diferentes perspectivas de la laguna. Si dispones de tiempo y ganas de caminar, también puedes descender por uno de los senderos que bajan hasta la orilla y disfrutar de la tranquilidad del entorno.
Fumarolas de Furnas
El valle de Furnas es uno de los lugares donde mejor se percibe la fuerza volcánica de São Miguel. El suelo respira calor, el vapor brota de la tierra y las aguas burbujean.
A orillas de la Lagoa das Furnas se prepara el famoso cocido das Furnas, un guiso de carne y verduras que se cocina bajo tierra gracias al calor geotérmico. Asistir al momento en que los cocineros extraen las ollas del subsuelo es todo un espectáculo, y degustar el plato en alguno de los restaurantes del pueblo es una experiencia imprescindible. Paseando por Furnas verás más ejemplos de esta actividad volcánica: en plena calle, el vapor se aprovecha para cocer mazorcas de maíz.
Tampoco te puedes perder el mirador de Pico do Ferro, desde donde se obtiene una panorámica perfecta del lago y de las fumarolas.
Miradores del nordeste de la isla
El nordeste de São Miguel es uno de los rincones más espectaculares de la isla, con acantilados que se desploman sobre el Atlántico y paisajes llenos de hortensias y vegetación exuberante. Entre los miradores más destacados está el Mirador da Ponta do Sossego, un lugar que combina vistas impresionantes con zonas para descansar, barbacoas y mesas de pícnic, algo muy habitual en São Miguel.
Otro mirador imprescindible es el mirador da Vista dos Barcos, desde donde se contempla el acantilado que alberga el faro de Arnel, el más antiguo de las Azores. Este y otros miradores del nordeste son perfectos para disfrutar del paisaje, hacer fotografías y pasar un rato tranquilo admirando la inmensidad del océano Atlántico.
Piscina natural de Ponta da Ferraria
En el extremo oeste de São Miguel, el Atlántico se calienta gracias a la actividad volcánica, dando lugar a un fenómeno único: la piscina natural de Ponta da Ferraria, gratuita y abierta al público. Aquí, las corrientes termales se mezclan con el agua del mar, creando un baño en el que el agua fresca alterna con ráfagas calientes. Es imprescindible llevar escarpines, ya que el suelo volcánico es irregular y quema bastante.
También se puede disfrutar de estas aguas en el balneario termal Termas da Ferraria, de pago. Para completar la visita, merece la pena acercarse al mirador da Ilha Sabrina, desde donde se obtiene una panorámica impresionante de la costa, las piscinas termales y el paisaje volcánico.
Plantaciones de té y piña
São Miguel es el único lugar de Europa donde se cultiva té, y recorrer sus plantaciones es como estar en otro continente. La fábrica de té Gorreana, la más antigua de Europa en funcionamiento, aún procesa las hojas de manera artesanal. Pasear entre los verdes campos y observar cómo se trabaja el té es una experiencia muy agradable, y lo mejor es que la visita es gratuita y puedes degustar una taza de té. Muy cerca se encuentra también la plantación de Porto Formoso, con una visita similar.
Otra visita curiosa son los invernaderos de piña, situados cerca de Ponta Delgada, como Ananases A. Arruda o la Plantação de Ananás dos Açores. Aquí se puede pasear entre los invernaderos, aprender cómo se cultiva esta fruta única y terminar con una refrescante piña colada en el bar del recinto. Además, la entrada es gratuita.
Parque Terra Nostra de Furnas
En el pueblo de Furnas se encuentra el Parque Terra Nostra, un jardín botánico extenso y lleno de encanto. Sus estanques con nenúfares, senderos y rincones escondidos invitan a pasear con calma y disfrutar del entorno.
En el centro del parque se encuentran los jacuzzis y la piscina termal, cuyas aguas de color marrón anaranjado, ricas en hierro, brotan a unos 35 °C. Un baño aquí es una de las experiencias imprescindibles en São Miguel, que combina relax y naturaleza en un entorno único.
Avistamiento de delfines y cetáceos en São Miguel
El océano que rodea São Miguel está lleno de vida, y una de las experiencias más emocionantes es embarcarse en busca de delfines y ballenas. Desde el puerto de Ponta Delgada salen excursiones de varias horas, en zódiac o catamarán, acompañadas por biólogos que explican las especies que se avistan y los comportamientos de los animales. Ver a estos cetáceos nadando junto a la embarcación es una vivencia inolvidable, que se queda grabada como uno de los recuerdos más mágicos de la isla.
Caldeira Velha: piscinas termales
Situada en medio de una ladera cubierta de vegetación tropical, Caldeira Velha ofrece varias piscinas termales naturales, incluida una con cascada, que convierten el baño en una experiencia única. El entorno recuerda a una escena de Jurassic Park, rodeado de frondosa vegetación y el sonido del agua cayendo. Las aguas tienen diferentes temperaturas, lo que permite elegir entre relajarse en las más cálidas o refrescarse bajo la cascada. Se recomienda comprar las entradas con antelación, especialmente en temporada alta, para asegurarte la visita.
São Miguel es una isla que combina paisajes espectaculares con experiencias únicas. Cada rincón guarda una sorpresa: miradores entre hortensias, piscinas termales o bosques tropicales que invitan a explorar. Esta isla de las Azores es ideal para quienes aman la naturaleza, y aunque es una isla, no es un destino de hamaca y playa. Dicen que las Azores son el Hawái de Europa, ¡y no les falta razón!
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