Razones para viajar a Sudáfrica

Hacer un safari por libre a precio asequible. Ese fue la principal de mis razones para viajar a Sudáfrica. Moría de ganas de ver elefantes, leopardos, cebras, leones en libertad en el Parque Nacional Kruger. Mi sueño se cumplió y pude descubrir un país con una biodiversidad increíble más allá del segundo parque nacional más grande del planeta. Me enamoré de Ciudad del Cabo, en la puntita sur de África, con sus playas de pingüinos y simpáticos leones marinos nadando en el océano. Si es época de ballenas (invierno austral) también es fácil avistarlas desde los acantilados, a simple vista. En definitiva: para amantes de los animales y la naturaleza salvaje ¡es uno de los mejores destinos del mundo!
Hacer un safari en el Parque Nacional Kruger.
Sin duda, el sitio más top que ver en Sudáfrica es este gigantesco espacio natural protegido, con 19 mil metros cuadrados de extensión. Salir al amanecer en busca de los Big Five: el rinoceronte, el león, el elefante, el búfalo y el leopardo, es adrenalina pura, ya que puedes encontrarlos en cualquier momento descansando plácidamente a un lado de la carretera o, con un poco de suerte, en plena caza. Además de los 5 iconos de África, en el Kruger se pueden avistar hienas, chacales, cebras, jirafas, babuinos o vistosos calaos -el pájaro Zazu del “Rey León”-. Dormir en los campamentos del Kruger es otra experiencia en sí misma: cómodos y confortables, con vistas a los ríos donde acuden a beber los habitantes de la sabana, por las noches se cierne la oscuridad con un impresionante firmamento de estrellas. Créeme, pasar 5 días o una semana recorriendo el Kruger ya es motivo de peso para visitar Sudáfrica.

Recorrer Cape Town y la península del Cabo.
Ciudad del Cabo es la ciudad más espectacular de Sudáfrica. A los pies de la Montaña Mesa o Table Mountain -una de las Siete Maravillas Naturales del Mundo- su centro histórico es una colorida mezcla de mercados y edificios coloniales. Desde el Waterfront parten los barcos a la Robben Island, la isla donde estuvo preso Nelson Mandela durante 18 años. Aunque la ruta panorámica más espectacular es seguir la sinuosa carretera escénica hasta la punta: el Cabo de Buena Esperanza. Con parada en la Boulders Beach -la playa de los pingüinos- o el pueblo surfero de Muizenberg. Saborear un vino de la finca Groot Constantia -el favorito de Napoleón- y perderse por los senderos del Jardín Botánico Kirstenbosch son planes imprescindibles. Disfrutar de todos los atractivos de Cape Town es otra de las razones impepinables para visitar Sudáfrica. ¡No puede faltar en la ruta!

Recorrer Santa Lucía y el Parque Isimangaliso.
¿Te gustaría hacer un crucero entre hipopótamos y cocodrilos? St Lucia, a orillas del Índico, es tu destino. Este pequeño pueblo presume de una vida apacible hasta caer el sol, cuando algún que otro hipopótamo sale de las aguas del estuario y se dedica a pasear por sus calles desiertas. Más vale salir durante el día, para navegar por el río y hacer una ruta por el Parque de Isimangaliso, con preciosas playas de arena vírgenes donde avistar ballenas jorobadas y otros animales terrestres como rinocerontes o elefantes. Maravilloso y mucho menos transitado que el Kruger.

La Ruta Panorama.
Una de las carreteras escénicas más famosas de Sudáfrica es esta ruta situada entre Johannesburgo y el Parque Kruger. ¿Razones? Cascadas, picos rocosos, cañones excavados por ríos y miradores de infarto que desafían al vértigo. Especialmente el Blyde River Canyon, el tercer cañón más grande del mundo con paredes de 800 metros de altura. ¡Realmente impresionante!

Hermanus, la meca de las ballenas en Sudáfrica.
Para completar este puñado de razones para viajar a Sudáfrica, de todos los sitios donde avistar ballenas en su camino a la Antártida, el mejor es el pueblo de Hermanus. Y es que a su bahía, situada muy cerca del cabo de las Agujas -el punto más al sur del continente africano- acuden cada año a reproducirse estos enormes cetáceos. La biodiversidad de Sudáfrica es su mayor tesoro, ¡qué privilegio contemplarla en su hábitat!


Author: La Cosmopolilla
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