Recursos y anécdotas viajeras de hace más de 35 años

El primer viaje que realizamos con Carmen, mi compañera de viajes desde hace mucho más de media vida, fue en año 1975 que fuimos a Galicia recorriendo la costa cántabra y buena parte de la gallega. El viaje lo realizamos en coche, un Mini Cooper que teníamos en aquella época, y una tienda de campaña de dos plazas. Una gran parte de los días del viaje acampábamos por libre, aún me viene a la memoria alguna playa de Asturias y alguna que otra de Galicia, los otros días fuimos a algún camping y también a algún hotel, principalmente para podernos duchar y descansar mejor. Para la comida, cocinábamos lo que podíamos de lo que comprábamos en las tiendas de los pueblos de donde pasábamos, con un fogón de campin-gas, aunque algún que otro día íbamos de restaurante. Nuestros recursos financieros en aquella época no nos permitían para más, pero las ganas de viajar y de aventura siempre las hemos llevado en las venas y en el curso de los años siempre ha sido así.

Así realizamos una gran mayoría de los viajes desde 1975 hasta el 1981 por España y algunas salidas por Europa principalmente a Francia. Con el tiempo íbamos mejorando nuestros recursos financieros e íbamos a más campings y hoteles. Fue en el año 1981 que nos compramos una autocaravana, que fue de las primeras que circularon por España con matrícula española, nos costó una buena pasta, pero le sacamos un buen rendimiento durante más de diez años.

Una autocaravana marca Arca-350 carrozada en Italia sobre un chasis marca Ebro, motor diésel de cuatro marchas. La autocaravana era de cinco plazas, estaba equipada con casi todo lo que tienen las actuales: wáter, lavabo, ducha, cocina de gas, nevera, camas que se transformaban en asientos, dos baterías, bicicletas colgadas en la parte atrás… Una joya en aquel tiempo, para viajar libre, barato y con toda comodidad por Europa. A los campings solo íbamos cuando teníamos necesidad de cargar baterías o de llenar el depósito del agua.

Nuestra principal preocupación solo era la de tener el depósito del agua de la autocaravana que estuviera lleno, las baterías cargadas y los depósitos de las aguas sucias y fecales que no estuvieran llenos. Esto nos permitía dormir en cualquier lugar, siempre que estuviéramos bien aparcados. En la mayoría de países de Europa no teníamos ningún problema para hacerlo, quizá el único país que nos ponían más problemas era en España en las zonas turísticas y en algunas ciudades grandes donde corríamos el peligro de robo.

Quiero remarcar todo y que llevábamos nuestra pequeña casa encima que nos permitía tener mucha libertad, no dejaba de ser toda una aventura en aquella época viajar por Europa, ya que no disponíamos de la información, ni la comunicación, ni los recursos que utilizamos ahora habitualmente, Móvil, GPS, Google-Maps, WahtsApp… Nuestros elementos de información eran una guía Michelin, la mayoría en francés ya que eran las únicas que existían, que nos las habían dejado o las habíamos comprado en la Librería Francesa en el Paseo de Gracia de Barcelona, y un plano del país o países que queríamos visitar.

Otro de los problemas que teníamos, según qué países queríamos visitar de Europa, como por ejemplo Austria o la antigua Yugoslavia, es que teníamos que llevarnos de España diferentes tipos de monedas según los países que íbamos a cruzar, ya que era más barato realizar el cambio desde España que en las fronteras que cruzábamos. Todo un follón de monedas que teníamos que administrar correctamente para no tener que realizar cambios de moneda.

A la que cruzábamos la frontera francesa quedábamos ya desconectados de España excepto que por alguna urgencia nuestra, llamáramos por teléfono a algún familiar o la compañía de seguros de viajes porque habíamos tenido algún percance. En varias ocasiones tuvimos que hacerlo ya que viajando las anécdotas y los percances formaban parte de la aventura del viaje.

Como anécdota sonada que nos ocurrió en aquella época fue la de perder las llaves de la autocaravana en el Estany de Caballers en los Pirineos, a diez kilómetros de Bohi, en la que habíamos realizado una excursión por la zona. Después de recorrer otra vez el camino que habíamos realizado andando para mirar de encontrar las llaves, al no encontrarlas, no tuvimos otro remedio para salirnos de aquel problema que robarnos nuestra propia autocaravana ya que estábamos totalmente solos en aquel paraje. Por suerte que había quedado una ventana medio abierta, la cual forzamos y Carmen pudo introducirse dentro. Una vez dentro y abiertas todas las puertas solo nos quedaba una solución que era romper el clausor del volante y hacer un puente para activar el motor. Para romper el clausor estuve casi un día, el puente fue algo más fácil, supongo que no pasaría las pruebas para entrar en el gremio de los robacoches, pero al final lo conseguí. Una vez autorrobada nuestra propia autocaravana, volvimos a Barcelona con el puente en el contacto y el clausor de seguridad del volante roto, por suerte que no nos paró la Guardia Civil.

El peor percance que sufrimos fue en el 1988, en el que sufrimos un accidente en el cinturón que cruza Bruselas, en la que un camión nos golpeó por detrás debido a que tuve de frenar porque un camión que llevaba delante se quedó parado en la autopista. Como vi que el camión de detrás me iba a golpear y tuve tiempo de activar el freno de mano, cosa que nos permitió aguantar el golpe para que no nos empotrara contra el camión de delante que estaba parado. No nos hicimos ningún daño, aparte del susto, lo único fue el perro que llevamos, que se asustó y salto de la autocaravana a la autopista, por suerte nos ayudaron a recuperarlo sin ningún percance.

La autocaravana quedó muy tocada por su parte trasera, no nos permitía volver a España. Por lo cual el seguro de la autocaravana nos proporcionó un hotel en Bruselas que admitían perros en el que estuvimos dos o tres días para realizar los trámites de vuelta a Barcelona ya que nos vimos obligados a dejar la autocaravana en un concesionario de la marca en Bruselas para que realizara la reparación de los desperfectos que fueron bastante importantes.

El seguro nuestro de la autocaravana fue siempre muy correcto en todas sus gestiones, el único problema fue que tuvimos de comprar maletas y bolsas para recoger todos los elementos que pudimos que llevábamos en la autocaravana, en los que muchos los tuvimos que dejar y regalar. El otro problema es que para llevar el perro en el avión tuvimos que comprar una jaula especial para su transporte. O sea, que en el vuelo de vuelta a Barcelona, llevamos un sobrepeso bastante alto, que tuvimos pagar nosotros, solo el perro ya pesaba 23 kg y además el sobrepeso de las maletas.

La autocaravana la fui a recoger al cabo de un año con un amigo que me acompañó a Amberes lugar donde hicieron la reparación, ya que Carmen estaba embarazada de nuestro primer hijo y le aconsejaron no hacer el viaje. Esta es otra aventura que otro día os contaré. Solo deciros que recuperamos la autocaravana arreglada, después de que apareciera todo lo que habíamos dejado en la autocaravana y les pagara la reparación con los talones bancarios que me había dado la compañía de seguros. La reparación costo sobre un 1.500.000 de las antiguas pesetas.

Quizá la anécdota más divertida fue el día que volviendo de un viaje por Europa, debía ser el 1983 o el 1984, cerca de Arles, Francia en el que nos metimos en un camping en el que era más tarde de las nueve de la noche y el recepcionista no estaba ya que había terminado la jornada laboral. Por la noche al ir a los lavabos ya notamos alguna cosa rara dado que solo existía un solo lavabo y unas duchas para hombres y mujeres. No hicimos mucho caso a este hecho, pero por la mañana cuando salí de la autocaravana, para ir a la recepción para el registro, vi a una mujer que iba en bicicleta totalmente desnuda y al cabo de poco también un señor. Volví a la autocaravana y se lo conté a Carmen, y los dos mirando por las ventanas vimos a más gente desnuda. Conclusión que estábamos en un camping de nudistas, o sea, que si queríamos quedarnos teníamos de desnudarnos. He aquí el dilema que se nos planteó, para nosotros era el primer camping de nudistas que habíamos visto. En la España de aquella época aún no existía ninguno, quizá alguna playa de nudistas. En fin aún no estábamos preparados para ello, al final optamos por irnos del camping.

De anécdotas y percances viajando por libre te suceden muchos, yo creo que antes nos sucedían muchos más de las que nos suceden ahora. Los móviles, los GPS, Internet, la información que puedes tener de un sitio antes visitarlo…, están acabando con el sabor a lo inesperado y a la incerteza que muchas veces se convertían en pequeñas aventuras que con el tiempo te sientes orgulloso haberlas vivido y de haberlas superado.

La fotografía, viajar, conocer otros lugares y ver nuevos paisajes me abre mi mente, este es uno de los placeres al que me costaría muchísimo tener que renunciar.
Comments
  • Me encanta escuchar historias sobre gente aventurera que viajaba a otros paises en los años 70s y 80s, cosa que no era habitual.

    Felicidades a ti y a Carmen por ese espiritu!

    Pd: me he enamorado de esa autocaravana y he sufrido cuando pensaba que se iba a quedar para siempre en Bélgica.

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