La tradición gastronómica de Cataluña: Calçotada
Los catalanes lo tienen claro y comen cebollas así de lo más normal entre noviembre y abril. La primera vez que me invitaron a una calçotada lo primero que pregunté fue ¿una que?, después era inevitable, ¿qué son los calçots? ¿Y yo soy la mexicana de comida exótica? ¿Me voy a llenar de cebollas? Claro, sólo se rieron un poco de mi y dejaron que aquello fluyera de forma natural… Para ellos.
Saludar, una cerveza, una oliva por acá, otra oliva por allá, otra cerveza y en eso que veo cajas de ramilletes de cebollas, como los ramos que llevan las novias cuando se casan, tallo verde y flores blancas, solo que no eran flores, sino cebollas blancas y largas; parecía que las habían sacado de la tierra por la mañana. Me quedé mirando cómo preparaban la brasa, cómo pusieron la parrilla, cómo colocaron cebollas y más cebollas sobre la parrilla. Dejé de preguntar y me dediqué a esperar con una cerveza por aquí y unas olivas por allá.
Sentí que me distraje unos treinta minutos y de pronto, ¡ya están, a la mesa! Voy a ver los calçots: estaban negros y quemados, parecía que habían vivido el verano más intenso de su vida. Los envolvieron en periódico y… ¡No entendía nada! ¡Cómo íbamos a comer algo que se envuelve en periódicos!
La fiesta de la calçotada en Cataluña
Un puño de calçots para cada uno y un gran plato de salsa romesco. Pasé de mirar y pensar en lo que estaba pasando y me fui a la acción. Ya en la mesa, cada uno abrió su respectivo ramo de cebollas envuelto en periódico. Tomé un calçot desde lo más verde e interior que se puede, y con la otra mano presioné muy poco la punta para entonces jalar o estirar y dejar fuera todo lo quemado, y como magia salió un tierno y limpio calçot. Aquí aplica un ¡órale! Lo que sigue es un verdadero chapuzón de salsa romesco para alzarlo y dejarlo caer en tu boca, como si fueras la canasta de basquet, sin tocar aro. ¡Qué delicia! ¡No sabía que me gustaban tanto las cebollas! ¡Jamás las había probado así!
No hice más que repetir y repetir y repetir. Otro poco de cerveza por acá, otro calçot con más romesco por allá, y me olvidé de las olivas y sólo comí y comí calçots. En aquella primera vez pensé que esa era la comida, y comí como si no hubiera un mañana, porque además, estaba tan concentrada en el ritual de la calçotada que no me di cuenta de que en la parrilla, ya en su punto más ardiente, estaban preparando carnes.
Y sí. Después de los calçots viene la carne: cerdo, butifarra, pollo, ternera, cordero y también alcachofas y papas asadas. ¡Aquello era demasiado! ¡Estaba extasiada de sabor a la parrilla, de romesco, de carnes! Ya no me importaba saber qué era esta costumbre de los calçots, porque sólo estaba saboreando un nuevo sabor y una forma particular de comer estas cebollas gigantes.
De aquella primera vez no ha pasado un año sin que cumpla con la tradición gastronómica de Cataluña: la calçotada. Como niña en fiesta de cumpleaños esperando pegarle a la piñata, espero la temporada de calçots para disfrutar de comer con las manos, ensuciarme de salsa romesco y convivir con los amigos, que esa es la magia y el mejor toque de la calçotada. Y una cerveza por acá, y una oliva por allá.
La calcotada de BcnTB
Este año la calçotada fue con los socios de Barcelona Travel Bloggers, que parece que se olvidaron de los viajes y le hicieron caso a la tradición, porque fue una reunión con casa llena. Menos mal que los organizadores se habían preparado porque escuché que eran más de 700 calçots en total… Y, órale, eso son muchas cebollas, ¿verdad? Claro que pregunté, ¿cuántos por persona? Y bueno, ya saben, yo a lo mío, una cerveza por acá, que en este caso fueron Cerveses Popaire directo de la Costa Brava, y una oliva por allá. Una fiesta catalana en toda regla.
Unas horas antes, había quedado con algunos de los viajeros de BcnTB para llegar juntos con Blue Move, que nos dio la oportunidad de alimentar la convivencia previa y acumular ganas para cumplir con la tradición de la calçotada, porque al final, estas reuniones entre amigos y familiares que se hacen cada año, son el pretexto para estar unos con los otros y disfrutar de un buen plato de comida juntos.
La calçotada dejó a varios socios con los ojos rojos por tanto humo, pero nadie se escapó del perfume de la barbacoa y de las risas que genera vernos a todos juntos comiendo calçots. De hecho, en este encuentro con varios socios de distintas partes de España, había quienes vivían su primera experiencia con los calçots, y fui yo quien ayudó a un asturiano a comerse sus calçots, ¡qué orgullosos pueden estar de mi los catalanes!, cuando alguien de fuera me visita, y lo hace en esta temporada, no se escapa ni de unas cervezas por allá, ni de las olivas por acá. Lo que viene siendo, una calçotada. ¿Ya les dije que me encantan?
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Author: Arlene Bayliss
Website: http://arlenebayliss.com
hahahaha yo soy vasca y también flipé (al principio). Luego el rollito de juntarnos, unas cañas, comer los calçots de pie y luego LA CARNE, moooola mucho.
¡Quiero más! Me lo pasé súper bien 🙂
¡Yummi, yummi! Hay evidencia de que ya le agarraste práctica y sabor a los calçots 😀
Estas reuniones de amigos alrededor de unas brasas con unos buenos calçots, salsa romesco y toda la parrillada de carne que sigue, es una experiencia única que se repite en esta época del año. Soy catalana, elaboro la salsa, invito a mis amigos y … ¡ no me gustan los calçots !. Pero lo que si me ha gustado y mucho es ese aire fresco que le has dado a tu relato, lleno de frases simpáticas que lo han hecho atractivo y corto de leer. Saluditos cariñosos.
Una catalana que no disfruta de los calçots, es como un mexicano que no come chile jajaj. Gracias por comentar y lo importante, en ambos casos, es la convivencia, esa que no se pierda 😉
Como no me identificar com este texto! Cuando escuche esto de calçots hice la misma pregunta: ¿qué son los calçots? Ahora soy una enamorada de los calçots y calçotadas y no vivo sin ellos! 😀
jaja exacto, pero cómo nos ha cambiado la cara de aquella primera vez de verlas o hoy en día, ¿no? 🙂
Muy padre reportaje amiga arlene!! tendré que progamar una fecha para ir a degustar esos platillos jaja saludos y mis mejores deseos !!
Acá te espero para darte un buen tour gastronómico, Pablo, al cabo ya sé que eres de buen diente 😉 ¡Abrazo!
Ha sido un fin de semana fabuloso. Yo me lo pasé en grande y, como unos cuantos más, perdí mi “virginidad” en esto de los calçots. ¡Qué buenos estaban!
Tú y tus amigos ¿cierto? Un saludo para ellos y para ti, David. ¡Hasta la próxima temporada! Yummi