La Great Ocean Road, quintaesencia de Australia

Ningún viaje de mochileros por Asia y Oceanía debería terminar sin una ruta on the road, un poco de música y la costa a tu lado mientras conduces. Seguramente pasarás por Melbourne en tu viaje por Australia y por tanto la Great Ocean Road tiene que estar inevitablemente en tu itinerario. Este magnífico paseo costero es la quintaesencia de Australia.

La Great Ocean Road

Construida por los veteranos que regresaron de la Primera Guerra Mundial, fue concebida desde un principio como un recuerdo a los que lucharon en la Gran Guerra. Con sus 240 kilómetros es el monumento-homenaje más grande en el mundo.

Más allá de su importancia histórica, esta carretera está reconocida mundialmente como un increíble recorrido panorámico y es una de las principales razones por las que nadie pasa por alto el estado de Victoria. La costa se ve espectacular independientemente de si el sol brilla o si el cielo está nublado. Durante el viaje por carretera puedes descansar en los numerosos miradores escénicos o los pintorescos pueblos costeros. Sea cual sea el clima, este viaje merece ser conducido. Australia en estado puro.

Vida Salvaje y Naturaleza

El estado de Victoria es una región conocida por su entorno natural inalterado, es muy fácil tener encuentros cercanos con la vida silvestre. Hay mucha vida salvaje en la región, fui testigo de ello en todo el camino. Hay koalas salvajes en todo el Otways, particularmente alrededor del río Kennett y el río Wye. Si eres más de canguros, decenas de ellos comparten el campo de golf de Anglesea con los jugadores.

La naturaleza ofrece un espectáculo estimulante a cada paso en Great Ocean Road. Tener el océano a un lado de la carretera y las llanuras del outback al otro, hizo que viviera sentimiento muy parecido al que pude experimentar mientras conducía por las montañas vietnamitas de Ha Giang. No es de extrañar que este recorrido sea uno de los highlights de Australia. Los Paisajes dramáticos y una tranquilidad silenciosa te acompañan a lo largo de toda la carretera.

Sobre el Mar de Tasmania, destacan imponentes y orgullosos los 12 Apóstoles, el hito de la Great Ocean Road. Gloriosos tanto durante el crepúsculo como durante el alba, fueron creados por erosión de la piedra caliza.  Con el paso de los siglos, las fuerzas de la naturaleza fueron formando cuevas en los acantilados. Éstas posteriormente en arcos para después colapsar, dando lugar a estas islas rocosas de hasta 50 metros. Aunque queden solo ocho en pié,  mirar las olas que se estrellan sobre estas torres de piedra es observar en directo el poder de la naturaleza.

Y por si no fuera suficiente, después de la visita a los Apóstoles, coge tu coche y recorre unos 200 metros dirección Melbourne. En cuanto veas un cartel indicando la playa de Gibson Steps, aparca. Desciende a la playa a través de los 86 escalones que fueron tallados en la pared del acantilado por el colono local Hugh Gibson. Ahí quedarás eclipsado por los acantilados verticales de 70 metros de altura y con Gog y Magog, los apodos que se le dan a las gigantescas pilas de piedra que emergen del mar. Lo mejor de viajar en el invierno austral es tener todos estos paisajes solo para ti. Poder disfrutar de estos paisajes sin más ruidos que los provocados por las olas rompiéndose contra estos gigantes es una suerte sin precio.

Tower Hill Wildlife Reserve

La mejor manera de acabar el recorrido por la Ocean Road es acercarse a la Tower Hill Wildlife Reserve, a las afueras de Port Fairy. En este santuario puedes ver como conviven en armonía koalas, emús, canguros y muchas especies de aves acuáticas que deambulan libremente dentro de un volcán extinto formado hace unos 32.000 años. Durante vuestra visita a la reserva no os olvidéis que estáis en un santuario protegido, practicad el turismo responsable!

Declarado primer parque nacional de Victoria en 1892, no fue hasta el 1961 cuando Tower Hill se convirtió en una reserva estatal bajo el entonces Departamento de Pesca y Vida Silvestre. Comenzó entonces un importante programa de reforestación. En la década de 1980, la vida silvestre se reintrodujo con éxito y hoy en día su gran cantidad de fauna brinda a los visitantes la rara oportunidad de presenciar animales a corta distancia en su hábitat natural.

El tiempo ha demostrado que la reforestación ha sido un éxito y que el paisaje ha logrado cambiar positivamente a lo largo de los años. Se ha pasando  de una cubierta monótona de pastos, pinos y cipreses a una flora mucho más variada y colorida con tonos de verde, gris, verde y amarillo. Tower Hill es un buen ejemplo de que cuando el ser humano se lo propone, puede ayudar a que vuelva la armonía en la naturaleza.

Texto y Fotografías de Stefano Carlo Ascione – www.derivestudio.com

Arquitecto y Fotógrafo, siempre he querido reflejar en mis fotografías la grandeza de los paisajes capturando el genius loci.Dérive Studio es el lugar en el que combino mi trabajo como arquitecto con mi mirada personal sobre escenas urbanas, vida salvaje y naturaleza.www.derivestudio.com

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