Un día dulce en Mdina, Malta
Cuando pensamos en Malta es fácil que nos vengan a la cabeza imágenes de playas idílicas pero esta isla tiene además ciudades en el interior que enamoran, por esto os voy a presentar los rinconcitos que me fascinaron de Mdina, ciudad medieval y antigua capital de Malta
Desde St. Julian’s, que es donde estaba yo alojada, cogimos el bus 203 que va directo a Rabat y Mdina. El bus tarda unos 70 minutos en llegar a pesar de encontrarse tan solo a 14km, pero es que en Malta los buses dan mucha vuelta y hacen muchísimas paradas.
El bus nos deja delante de la fortificación de Mdina pero optamos primero por cruzar la plaza e ir en búsqueda de las catacumbas (St. Paul’s catacombs) y hacemos bien ya que llegamos a las catacumbas a las 16.30h (pagamos 5 euros, 3.5 si sois estudiantes) y nos advierten de que cierran a las 17h así que tenemos 30 minutos como máximo para verlas, pero no es problema, nos sobra tiempo porque no es un lugar en el que uno se siente especialmente a gusto y quiere permanecer en él mucho tiempo. Se trata de un conjunto de túneles (algunos un poco estrechos) que parten de una sala central con paredes en las que se excavaron tumbas para adultos y nichos para niños.
Una vez visitadas las catacumbas nos proponemos conocer la ciudad. Se trata de una ciudadela construida sobre un cerro con bonitas calles y preciosas vistas desde sus murallas. Las calles están muy cuidadas y es un gustazo pasear porque se respira mucha calma y tranquilidad, da la sensación que nadie vive en las casas con coloridos ventanales y que se trata de un decorado para ser disfrutado para los visitantes. Es un lugar muy distinto al resto de Malta.
Dando vueltas sin rumbo llegamos a Fontanella, el conocido restaurante al que hay que ir sí o sí porque hacen unos pasteles espectaculares.
Las porciones son enormes, son sabrosos y te los comes mientras disfrutas de unas estupendas vistas de los alrededores. El precio además está realmente bien ya que cada porción de pastel cuesta 2.95 euros (precio de junio del 2015) y en realidad son tan grandes que prácticamente son para compartir.
Estuvimos un buen rato disfrutando de la merienda y contemplando las vistas. La situación privilegiada de la terraza nos permitía ver el mar, la Valetta, St. Julian’s y la cúpula de la catedral de Mosta.
Después de este rato agradable decidimos regresar a St. Julian’s en el bus armados de paciencia. Si vais a Malta os recomiendo que paséis una tarde tranquila y dulce en Mdina 😉